Así de contento, con su corazón amarillo, nos lo hemos encontrado a la vuelta del puente. Eso sí, ha venido acompañado de su pequeño amigo, el pobre está hecho un lío con las emociones, pero no pasa nada, ahora que conocemos la historia y sabemos como ayudarlo nos pondremos manos a la obra.
Por ahora, hemos conseguido meter en un bote, bien guardada la alegría, eso sí, con la ayuda de los papás y mamás. Además, después de mucho hablar, sabemos qué cosas nos hacen sentirnos alegres y que podemos hacer para que un niño/a se ponga de color amarillo si está un poco azul (triste) o rojo (enfadado). Tengo que decir que he descubierto que tengo una clase de glotones, y es que muchos ed ellos se ponen alegres cuando comen un helado, galletas o moras jejjee.
Así de amarilla lució nuestra mesa de las emociones durante una semana, y así de bonito quedó nuestro bote.
Poco a poco iremos trabajando cada una de las emociones del monstruo, a ver si conseguimos ordenarlas y que no se vuelva a liar.
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